14 enero 2010

Ensayo 13 de Enero 2010





3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese día en que te conocí, en que te vi por primera vez, algo en mi había cambiado. Cuando entraste y tu presencia se notó, hizo algo muy hermoso en mi interior. Una vibración, un nerviosismo, un deseo de saber quién eras, de conocerte. Con el tiempo te fui observando, te fui estudiando, me fue todo un desafío y respetando tus espacios, tus tiempos, tus formas de ser, me fui enamorando. ¿Qué locura? Enamorarse sin estar cerca, sin tocarse, sin sentirse, sin olerse. Muchas veces el amor nos miente y ese deseo de querer sentir cosas fuertes nos engaña. Pero con vos fue distinto. Tu escencia, tus ojos, se metieron en mi piel y esa dulce voz me llevó a querer descubrir quién eras. En ese tiempo, yo me conocí y me di cuenta que después de haber vivido muchas cosas, volví a sentir una alegría inmensa. El miedo de que fuese sólo una fantasía y con ello algo que se perdiera con el tiempo. Me sentí tan vivo y sólo me conformaba con verte sonreír, con verte bailar, con mirarte, poder casi abrazarte y tus movimientos y tu cuerpo. Me hipnotizaste a más no poder y con ese sentir hoy tengo la fuerza para poder escribir y expresar todos estos hermosos sentimientos; y lo que un día una rosa trajo a mi vida, hoy sigue hermosa, porque en mi sigue el deseo de querer encontrarte y que tus manos lleguen por fin a tocarme. Mi alma te espera, mi alma desea. Si tan sólo supieras. Si tan sólo sintieras.

Anónimo dijo...

w.tf

Anónimo dijo...

La vi anoche y confieso que la primer escena es una de esas en que te dan ganas de levantarte e irte, pero el vuelco que tiene la obra la hace MUY BUENA.